Sin duda hablamos hasta el momento del crimen más antiguo de la España de todos los tiempos, a todas luces el número uno a falta de otra información que cambie su orden. Es posible que con los próximos avances en las excavaciones de Atapuerca (Burgos), se hallen nuevos casos, quizá incluso anteriores que obligaría a asignarle un "Caso Cero", pero las dificultades de asignar un antes y un después al caso que hoy nos ocupa queda sujeto a próximos descubrimientos e investigaciones, principalmente debido a la compleja superposición de restos óseos de homínidos y a la data de su defunción estimada en hace aproximadamente 430.000 años.
Tras la pista del oso
El el año 1976, el hoy Doctor Trinidad Torres hacía acopio de información para su tesis sobre fósiles de mamíferos en el yacimiento de Atapuerca. Tenía cierta predilección por los osos por lo que teniendo noticia de ello el Grupo de Espeleología Edelweiss, le hicieron saber sobre la gran cantidad de este tipo de fósiles que habían visto tiempo atrás en un lugar de la Cueva Mayor, en la "Sala de los Cíclopes". Tras realizar un examen visual de la zona acompañado por el Grupo Edelweiss, Trinidad Torres se percató de que en una pequeña zona no sólo había un gran número de restos fósiles de "oso de las cavernas" (ursus deningeri), sino pequeños fragmentos similares a los humamos, entre los que destacaba un maxilar inferior humano entre restos de oso de 120.000 años de antigüedad. La sorpresa no hizo esperar una nueva intervención en ese mismo lugar en busca de más materiales. Lo que no sabían era que dentro del misterio que ya de por sí representaba la Cueva Mayor, hallarían otro misterio aun más relevante, no solo para la paleontología, sino para el conocimiento de toda la humanidad.
La Sima
En 1978 siguieron realizando trabajos en esa pequeña zona durante largo tiempo. Tamizando, recogiendo, clasificando cada pequeño fragmento que encontraban. Cada vez el suelo más bajo hasta tocar la roca madre, quitaron escombros, rellenos y siguieron excavando debajo de ellos. Se recogieron un gran número de fósiles y se siguió excavando de nuevo, hasta que apareció una pequeña área de cuatro metros de diámetro que al parecer no tenía el fondo del resto de la superficie ya examinada. Tenía mucho relleno fruto del pasar de las gentes de todo tipo de tiempos históricos y no fue hasta 1984 cuando se comenzó a excavar y estudiar sistemáticamente el verdadero suelo de ese raro agujero. Aquí es donde se hallaría el protagonista de nuestro "crimen de todos los tiempos", aunque esto sería unos años más tarde.El agujero de cuatro metros de diámetro y catorce de profundidad, situado a más de 600m. de la boca de Cueva Mayor daría más de 2.000 fósiles de homínido, la pelvis (llamada "Elvis"), más completa y mejor conservada del mundo en el registro fósil, el cráneo de "Agamenón", el cráneo nº5 del famoso "Miguelón", así como una ingente cantidad de información donde se daba la curiosa paradoja, de que a cuanto más se avanzaba en profundidad en la sima, más alejado estaba el punto de comprensión de nuestra historia natural y sus habitantes. Pero estos descubrimientos plantearia otras dudas, como también, otros misterios.
En la denominada (y con razón), "Sima de los Huesos" se arrojaron desde una altura de 14m. los cuerpos completos de aproximadamente unos 28 individuos, unos encima de otros en un breve lapso de tiempo, y no de manera abrupta en grupo a modo accidental, tampoco de forma que la acción natural empujase allí los cuerpos por cursos de agua o que especies carnívoras, trasladasen hasta ahí los cadáveres. Todo ello fue estudiado por el equipo descartando todas estas vías de investigación, no hallando marcas de dientes, ni fuertes cursos de agua, ni una acción geológica tan potente que empujase allí a los habitantes de la Sierra de Atapuerca, por lo que otra hipótesis, la más alejada a priori cobraba más fuerza: la intencionalidad.
Esto lleva a un nuevo planteamiento en cuanto a la capacidad de un homínido de hace 430.000 años de desarrollar constructos psicológicos y emociones complejas. Cuando se dudaba si habríamos "domesticado" por entonces el fuego, ya fuese por la mala sensación de dejar a nuestros miembros del grupo a merced de carroñeros y al natural proceder de lo orgánico, o por un primitivo ritual funerario, la sima de los huesos encierra uno de los grandes secretos de la evolución de la mente. Aunque para nuestra especie Homo sapiens sapiens, el Homo heidelbergensis podría considerarse dentro de la rama evolutiva familiar como nuestro "tío abuelo" (de hace 430K. años), su forma de actuar en algunos sentidos no dista mucho de lo "primitivo" que poseemos hoy.
Un artefacto realizado en un tipo de roca dificil de encontrar en el entorno, apreciado por estos habitantes y arrojado a la sima también apunta a esa simbólica manera de proceder. "Excalibur" que así se denominó a esta pieza de cuarcita roja por parte del equipo, es una herramienta multipropósito de la época, con un segundo nivel de desarrollo tecnológico (Achelense o Tipo 2). Este bifaz fue encontrado en los niveles estratigráficos de los 28 individuos de la sima, interpretándose también como un gesto simbólico a modo de ajuar funerario que miles de años más tarde se repetiría en multitud de culturas y civilizaciones alrededor del planeta.
El Cráneo nº17
Con todo lo encontrado, el equipo encabezado por Juan Luís Arsuaga, José Mª Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell comenzaron a examinar todo el material hallado. La labor de ensamblado de las piezas requería de mucho tiempo, puesto que las condiciones arcillosas de la sima y el gran número de fragmentos, hacían de ello una tarea ardua y delicada. Aun con estos inconvenientes las piezas iban encajando, caderas, brazos, piernas, cráneos... El registro fotográfico, las recreaciones digitales y los moldes iban apareciendo y cogiendo forma, creando un registro de enorme importancia para el conocimiento científico mundial. Para la paleoantropología, arqueología, etc. era vital examinar en profundidad los cráneos pues aportan una información extraordinaria a lo que a comportamientos, costumbres y necesidades de un periodo tan lejano con el Paleolítico se refiere. En uno de estos estudios realizado por Nohemi Sala, Dra. en Geología e Investigadora del Centro UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos, sobre lesiones óseas post mortem en los cráneos de la sima de los huesos, comprobó que la mayor parte de los cráneos estaban fragmentados, ya fuese por la causa en vida que les llevase a la muerte de manera accidental, por la caída al precipitarse a la sima o por la presión del terreno que les sepultaba, todos ellos presentaban fracturas craneales similares incluso semejantes a las documentadas en hallazgos de África y Eurasia. Lo extraño era que uno de ellos en particular presentaba otro tipo de fractura que se distinguía claramente de los anteriores: El CR-17.Este cráneo número 17 pudo ser ensamblado tras cribar cientos de fragmentos craneales y conseguir las 52 piezas que lo componían tras 20 campañas de excavación en la sima que transcurrieron entre 1990 y 2010, siendo en la campaña del 2009 cuando se pudo obtener gran parte de la bóveda craneal. El CR-17 pertenece a un espécimen que falleció entre los 18 y 25 años de edad, de huesos robustos propios de su especie. Se desconoce, a falta de nuevos hallazgos, que sexo tenía, pero si se sabe que este individuo fue arrojado deliberadamente en la sima, por lo que podría ayudar a descartar la posibilidad del "accidente múltiple", además de que se pudo constatar que la mayoría de fracturas de los individuos de la sima de los huesos fueron post mortem. Con lo que se deduce, CR-17 tuvo que ser asistido para introducirse a más de 600m. para posteriormente ser arrojado al pozo, posiblemente con la misma intencionalidad que el resto de los cadáveres allí presentes a modo de "práctica funeraria". Lo más destacable y que caracteriza al cráneo número 17 con respecto al resto de cráneos hallados son dos orificios similares entre si, localizados en el hueso frontal, cerca del arco supraciliar (ceja), izquierdo. Esto hizo pensar en la más que probable intencionalidad de que otro sujeto pudo habérselo producido con un objeto robusto.
"Hominicídio"
La sospecha de asesinato se centraba en los dos orificios que presentaba este cráneo, por lo que se tomó como referencia la línea forense para su estudio. Tras descartar toda lesión debida a la caída de 14m. de altura y a la presión del terreno en la sima, se pudo determinar por la morfología de la lesión que ambos impactos no eran producidos de manera post mortem, pero si coincidían con un traumatismo perimortem, por lo que se pasó a un estudio pormenorizado de los orificios a Ana Pantoja, la cual, tras un escaneo del cráneo y estudiar pormenorizadamente cada rugosidad del hueso plano en la parte afectada dio con la clave necesaria para determinar que ambos orificios fueron producidos por un mismo objeto, aplicándole una fuerza parecida y con ángulos distintos pero muy próximos. Los orificios coincidían hasta en diez puntos de impacto, algo común en casos forenses en los que se emplea un mismo utensilio para realizar varias contusiones. Ahora bien, hace 430.000 años, en la Sierra de Atapuerca, ¿quién pudo matar a CR-17?. Las heridas producidas, a nivel comportamental son de una brutalidad intencionada para causar graves daños, una expresión de violencia de la cual se desconocen las circunstancias necesarias como para determinar (y menos con el actual código penal), el asesinato, ¿acaso CR-17 dormía para aplicar alevosía?, ¿podrían considerarse esos dos impactos cómo ensañamiento?. No cabría aplicar, por prescripción del delito ni por la actual ley española esta consideración, recordatorio de que cada periodo histórico debe ser analizado en su contexto y bajo el prisma de su "cosmovisión sincrónica", por lo que toca ceñirnos al hecho como punto de partida: la muerte de un individuo del género homo, en un acto , quizá de "hominicídio".
Los nuevos hallazgos y las diferencias en la morfología craneal de los distintos cuerpos hallados en la sima de los huesos han llevado a un nuevo planteamiento sobre a que especie se deben englobar. Hasta hace poco tiempo se encuadraban dentro de la rama del Homo heidelbergensis, pero ciertas diferencias con esta especie y varias semejanzas con el Homo neanderthalensis hacen dudar sobre la posible necesidad de una nueva denominación para lo que sería un eslabón intermedio entre ambas, considerándolos como un Homo neanderthalensis arcaico al igual que ocurre en nuestra rama con el hombre de Cromagnon. Cabe recordad que tanto el h. sapiens arcaico como los cadáveres de ls Sima de los Huesos nos une un antepasado común, el cada vez más consensuado Homo antecessor.
Todo ello nos traslada al Pleistoceno Medio. Ya con un segundo nivel de avance en herramientas (Tipo 2 o Achelense), en un entorno de clima moderado con estaciones diferenciadas dentro del interglaciar Mindel-Riss, donde había vegetación, caza, recursos, etc. y donde CR-17 y su grupo ya poseían una práctica de cohesión social desarrollada para la época como han demostrado los estudios de protección y cuidado a otros iguales no aptos para la caza o la recolección, por ejemplo, por lo que ¿cuál pudo ser la causa del hominicidio?.
Temiendo que se convierta en uno de los grandes misterios de la historia, las dudas que este caso plantea son numerosas. Podríamos conjeturar con un instinto de protección de la descendencia, la defensa de un territorio o cualquier otro motivo que pudiera darse en la naturaleza con un objetivo útil para el individuo y que tristemente se extralimitó. Otra hipótesis podría ser la inclusión de cierto componente simbólico en el suceso, lo que dispararía el número de causas, tantas como las que, casualmente, podríamos tener hoy en los casos de violencia con respecto a nuestros propios congéneres: venganza, ideales políticos, sexo, religión, poder... muchos constructos más simbólicos que razonablemente útiles pero que podrían haberse dado de igual manera en las extensiones de una sierra de Burgos hace 430.000 años.
"La marca de Caín" de CR-17, que durante tanto tiempo guardó en silencio nos muestra que de la misma manera de la cual podemos arrebatar el misterio de la vida a la naturaleza con una compleja idea, del mismo modo podemos acabar con ella con un sencillo acto. Mientras, aquí quedará su cráneo horadado, como si detrás de ese hueso hubiera surgido una idea, quizá un acto, que por respuesta o sin ella le llevó a su agravio.
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-Sala et al. (2015) "Lethal interpersonal violence in the Middle Pleistocene". PLoS ONE, 10(5): e0126589 http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0126589
-"El extraordinario caso del cráneo 17". La espina y la rosa. Ignacio Martínez /EIA. Fundación Atapuerca. http://www.atapuerca.org/ficha/Z85DA0183-E5B8-7D12-97B88191D91A1FEA/el-extraordinario-caso-del-craneo-17
-Violencia interpersonal en el Pleistoceno medio. Implicaciones para la interpretación de la Sima de los Huesos. Nohemi Sala. Artículo Resumen de Conferencia. Fundación Atapuerca. http://www.atapuerca.org/ficha/Z7CBD7D12-D2F8-8DB0-874573477B08A8E4/violencia-interpersonal-en-el-pleistoceno-medio-implicaciones-para-la-interpretacion-de-la-sima-de-los-huesos
-Últimas investigaciones: Yacimiento de la Sima de los Huesos de las Sierra de Atapuerca. Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 2015 (23.3)ISSN (edición impresa): 1132-9157 - (edición electrónica): 2385-3484 – Pags. 347-349 http%3A%2F%2Fwww.raco.cat%2Findex.php%2FECT%2Farticle%2Fdownload%2F306543%2F396523&usg=AFQjCNEK_FkQOhxc3cB4iZuKXyB2H0u1dQ&sig2=67XQ_7Gye7FTihTFDGN_1A&cad=rja
-Fundación Atapuerca. http://www.atapuerca.org/